Para unos, según el momento que viven, el éxito es una conferencia, para otros, aprender a cocinar.
Hace siete años cuando decidí fundar mi empresa y principalmente hace cinco años, cuando me independicé, no imaginé nada de lo que está ocurriendo hoy ni mucho menos, lo que iba a atravesar en este caminar.
Como millennial que - sin querer ni pedirlo - soy, estoy inmersa en un mundo donde para visibilizar un negocio, se requiere de redes sociales para potenciarse; y ese camino es el que elegí así como cientos y miles de millones de personas en el mundo eligen para subsistir.
Mi trabajo no es diferente en cuanto a sacrificio si me comparo con un microbiólogo que pasa en un laboratorio, o un desarrollador de software que pasa en su computadora (creo), ni una persona con un trabajo de oficina donde no requiere de sus redes sociales o de su exposición pública para mostrar su trabajo; porque día a día tienen funciones y al final de mes les llega su salario, sin necesidad de exponerlo públicamente.
¡Ya desearía yo, no tener que andar contando lo que ando haciendo! Porque eso requiere de mucho coraje, valentía y agallas para enfrentarse a uno mismo; sus miedos y traumas más profundos.
Estos cinco años, principalmente, he tenido esa lucha. ¿Quién soy más allá de mis redes sociales públicas?
Y más, cuando me dedico en gran parte de mi trabajo a hablar de marca personal, imagen y comunicación. Y, claro, ya me llegó la crisis existencial de mis casi 35 años de pensar.
¿Quién soy más allá de lo que ustedes ven?
Empiezo por la ansiedad.
Mi gran amiga.
¿Te pasa?
Sí, hago puntos y aparte.
A propósito... porque justamente así lo suspiro en mi mente en este instante mientras escribo; mis hijos ya dormidos, sentada frente a la vista de mi oficina que da a toda la ciudad, analizando eso que le pasa a muchos de ustedes que se preguntan: ¿quién soy yo más allá de esa persona que otros ven?
Llegó a mis manos, gracias a mi esposo, el libro “La anatomía de la ansiedad” , de la Doctora Ellen Vora, y ¡voilá!, todo tiene sentido. En esencia, el libro habla de la verdadera y falsa ansiedad. Para hacerte spoiler, empiezo por la falsa.
Básicamente, indica la doctora Vora, que la falsa ansiedad se debe a todos esos pensamientos fatalistas a los que le damos más significado, que se ven estimulados por lo aparentemente importante. Incluso habla de falsas ansiedades como inflamaciones del cuerpo o dolores que los asociamos a ansiedad, pero tienen una raíz corporal más profunda. O como lo dice la hermana Glenda en un podcast que recién escuché, la ansiedad puede ser vanidad. La vanidad del qué dirán, qué pensarán, cómo lo estaré haciendo, qué me falta, qué necesito, qué no tengo, qué debería tener.
La verdadera ansiedad, responde a cambios significativos en nuestra vida: una pérdida, una mala noticia fatal para nuestras vidas; incluso una mudanza, un cambio radical.
Eso responde muchas cosas a mi actual momento.
Se interpreta a quien publica su trabajo en redes, como una persona exitosa.
Hace un año, viajé múltiples de veces a América Latina, publicando constantemente mi trabajo y automáticamente se me asocia como una persona exitosa.
Te tengo otra noticia: ¿y si te digo que mi interpretación del éxito en este momento es hacerle un pan de banano a mis hijos y que no me de ansiedad por cocinar? ¿poder entrar a un supermercado y que no me de pánico por no saber cómo conectar con la alimentación sana? ¿lograr hacer jardinería en casa sin pensar que tengo algo más importante que hacer?
¡Cuánto desearía ser exitosa en muchas tareas del hogar!
De hecho, me está dando ansiedad, solo pensar en qué pensarás vos al leerme en este instante y pienso si estaré hablando más de la cuenta y qué podés pensar de mí “trabajo” al exponerme personalmente. (¿Ansiedad falsa, vanidad?)
Y eso es justo, el intento por terminar de contarte mi objetivo en este blog.
Seguiré intentando terminar.
Hablo con muchas mamás de la escuela, amigas que recién están teniendo a sus bebitos, mujeres en general con todo tipo de situaciones y todas estamos pasando situaciones similares pero en contextos diferentes; unas quieren tener más tiempo con sus hijos y el trabajo las limita, otras quieren iniciar una vida laboral porque ya no quieren ser solo amas de casa, otras quieren emprender porque - suponen - que así conectarán más consigo mismas, otras están en la travesía de “quién cuida a mi hijo después de mi licencia de maternidad”. Unas me admiran, otras se preocupan por la misma razón de porqué me admiran.
Hablo con ejecutivos de todos niveles con grados excesivos de estrés y ansiedad por la falta de conexión, que paradójicamente es por estar sobre-conectados.
Y muchos, vivimos falsas y verdaderas ansiedades. Disyuntivas si lo estaremos haciendo bien o mal, si la decisión es correcta o no, si estoy más gorda o más flaca, si debo aceptar ese trabajo o continuar el actual. Si estoy quedando bien con el jefe, con el familiar, con el socio.
Todos estamos en busca del éxito propio. Para unos es “ese trabajo ideal” , para otros es “cocinar un pan de banano”.
Cociné un pan de banano con ansiedad verdadera (esa que se abraza y se vive) y lo celebré.
Hace cinco años y hace 35 años (si leíste bien, entenderás), no tangibilizaba el éxito.
Para quienes siguen mi trabajo, eso es solo un pequeño porcentaje de una mujer, madre y esposa que entendió el significado de la escasez, de la pérdida, del sobreendeudamiento y que ahora, detrás de mi marca y mi trabajo hay más, mucho más. Y detrás de todo lo que ves en redes sociales, hay más, mucho más.
Aprendí que antes de deducir la vida de los demás, por lo que exponen en redes, prefiero preguntar algo tan sencillo como: ¿Cómo estás? . Como mis hijos me dicen: “Mami, siempre te importa mucho saber cómo están las emociones de la gente…”
Claro, porque he vivido por muchos años la etiqueta que me ponen de “sos exitosa”, lo que me ha creado una falsa ansiedad de tener que suponer que así es y envolverme en mis propias emociones y situaciones para aparentar - no desde la superficialidad - sino desde el miedo, esa creencia de que todo lo que se ve en redes sociales, es la totalidad de lo que somos. Y no. Es un porcentaje, recordálo.
Entendí que las redes sociales son un aliado, un potenciador de negocios; pero detrás de ellas hay seres humanos que necesitan primero un “cómo te sentís hoy” , antes de un “qué exitoso te veo”.
Entendí que puedo cocinar pan de banano y celebrarlo como mi mayor conferencia ante cientos de personas y la satisfacción como mujer es la misma, y hasta mayor.
Me deseo y te deseo una vida donde la falsa ansiedad no nos engañe a limitarnos, a seguir trabajando y exponer eso que nos hace grandes, pero también, que dejemos ese espacio en la intimidad con lo más Sagrado que tenemos, para seguir siendo libres, auténticos y liberarnos de etiquetas dañinas.
Te deseo que podás cocinar tu pan de banano, Ale.
Dedicado a:
Mi esposo, por conocer mi verdadera y falsa ansiedad. Te amo.
A Vivi por rescatarme.
A Luci por permitirme conectar con mi alimentación. Gracias por pasarme la receta del pan de banano.
A Rau, por reirnos juntos de la ansiedad y ayudarme a entender cómo usar el horno.
コメント